LEMA ORANTE.
15 de Junio de 2025
Un nuevo ‘ama-necer’ que nos conmina a disolver lo pendiente: eso que queda como residuo o como promesas que no terminan de culminar lo nuevo; y así, dificultan lo nuevo que viene continuamente, y el ser se estanca y se bloquea.
La Llamada Orante nos llama para ponernos al día.
Y en ese “al día”, la sinceridad con nuestras promesas, fantasías, ilusiones, búsquedas… tiene que ejercitarse, diríamos que “con premura”, ya que el amanecer siempre está ahí.
Y es justamente la memoria, el recuerdo, lo que nos llama a estar al día.
Y un “estar al día” de realmente cumplir con los designios personales, que están enlazados –sin duda-, entrelazados con los designios universales.
Es decir que lo pendiente de uno repercute en los amaneceres de otros.
Y esto es una responsabilidad de vida; de ese débito que en cada amanecer nos reclaman para ejercitar nuestros dones, nuestras capacidades, por necesidades que el entorno reclama.
Ciertamente, en esta trayectoria actual, la prisa, el atropello de la información, la vanidad de los logros, la soberbia del personalismo… no ayuda. Pero debemos darnos cuenta de todo ello, para hacer una criba de ese estilo de estar, de seguir, de vivir, que, en su atropello, no nos permite –o nos dificulta- cumplir, estar al contado y al día, dentro de los descubrimientos que cada ser hace de sí mismo como compromiso en lo universal.
Y en ese estar al día, al contado, tenemos que tener la precaución de no agotarnos en ello, y escuchar las demandas del nuevo amanecer.
Puede parecer fatigoso y de difícil cumplimiento, pero en realidad es un entrelazado continuado: que en la medida en que al día se está, el día nos da las nuevas posibilidades.
Y así, debemos estar vigilantes en la vigilia de la luz, con la alegría del asombro, del descubrir, del aprender…; del incorporar a la vez que se da…; y llegar a sentir –cuando así ocurre- una sensación de equilibrio, de armonía, de vibración complaciente.
Ese estar al día y al contado no es ambicioso, es cotidiano.
Es decir, no aspira a grandes logros. Aspira a suspirar sin trabas, a inspirarse sin dificultades. Porque cuando al día se está –“al contado”-, todo lo nuevo que supone el amanecer tiene su recompensa, y nos hace estar ágiles, perceptivos e ilusionados.
No confundir, lo pendiente, con la labor prolongada y continuada de determinadas funciones que implican una temporalidad, una insistencia… Pero, incluso en ellas, podemos encontrar y encontramos nuevas significaciones o significancias.
El Misterio Creador, en cada amanecer, se abre en infinitas posibilidades. Pero, a la vez, nos alumbra –a cada ser- en las que nos corresponden, en las que estamos capacitados para servir.
Y con esa convicción orante, afrontamos las demandas propias y del entorno –las demandas, en general- con la certeza de que vamos a ser asesorados, ilustrados, inspirados… para estar al día en ese momento y, a la vez, resolver lo pendiente.
Sí; como si fuéramos –y somos- unos quantums que están entrelazados, y lo que ocurre en un instante repercute simultáneamente en otro instante.
En consecuencia, no se trata de sumar o restar, sino que se trata de simultanear.
Somos simultáneos viajeros, en lo que llamamos “pasado”, “presente” y “futuro”.
Y lo que acontece en un instante, simultáneamente acontece en otros instantes en los que permanecemos.
Y en ese desempeño de la sinceridad evidente, es importante señalar que muchas de las ‘debencias’ que se tienen son producto de un anhelo, un deseo, pero que no se corresponden con la verdadera necesidad, o no se está preparado adecuadamente para incorporarse a esa misión o a esa realización; en cuyo caso, hay que disolver esa teórica situación pendiente: era –por así decirlo- “un fantasma”, pero que no se correspondía con la naturaleza del ser.
Y la sincera evidencia nos pone, con claridad, que muchos de esos fantasmas se instauran por la vanidad, por la ansiedad, por el deseo…; por esa demanda que, de manera productivista y rentable, se establece en el estilo de vida.
En consecuencia, no hagamos pendiente algo que se ha instaurado como un modelo de realización, de vivir, de estar, y que no se corresponde con nuestras capacidades, recursos, medios, en cuyo caso, cualquier empeño estará siempre lastrado.
En esa sincera evidencia, hay un detalle que también merece especial atención: la equivocación; que puede llegar a ser un lastre significativo que se acumula. Si estamos en la puesta al día, lo que realizamos es una rectificación.
Bajo ese prisma de sinceridad evidente, no hay equivocación; hay rectificaciones, correcciones. Porque la equivocación conduce a una carga de fracasos.
Y el ser humano no es un fracaso.
No es, el vivir, una manera de buscar salvarse y librarse de los fracasos. No. Somos más bien una vibración ondulante que rectifica, corrige… y adapta sus respuestas cotidianas a las sinceras y evidentes situaciones.
La lucha contra el fracaso es un planteamiento rentista, competitivo, que busca el triunfo de manera cotidiana y sistemática.
Y como esto no va a ser posible…
Porque vivir no es triunfar. Vivir es ser y estar sin comparación, al ser, cada vida, insólita, única y singular. No precisa competir; precisa realizarse en base a conocerse, reconocerse y reconocer la posición en la que se encuentra.
En consecuencia, hay que borrar la palabra “fracaso”, porque es una expresión producto de la vanidad del triunfo.
Hacer, de esa consciencia de vivir en las sinceras evidencias, un acontecer universal, bajo el amparo permanente de la Providencia.
Y es así como “al día” irá más allá de un amanecer, y se sintonizará con un hacer permanente… sin fracasos, sin “antes”, sin “después”, entrelazados en una cotidianidad intemporal.
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