LEMA ORANTE

LLAMADA ORANTE

23 de Febrero  del 2025


 Aparentemente, en nuestra vigilia-despertar, tenemos la idea, la propensión a pensar qué es lo que vamos a hacer, qué es lo que va a ocurrir, cómo nos vamos a sentir…

Podría decirse que se ha ido estructurando el pensar, el sentir y el hacer, como una tarjeta marcada. Y, en la medida en que esto ocurre, nos sentimos correctos, bien, gratificados…

Probablemente, es justo lo que podría pensar un cautivo que ha nacido en un laboratorio, como un roedor que… su despertar ya está previsto en la rueda de juegos, en el alimento, en el agua, en colores, en olores…

Si le preguntáramos, nos diría que… “bien”. No tiene consciencia, no tiene elementos, en su pensar, de dónde está: en una jaula. Piensa que el mundo es así; que la vida es así.

La Llamada Orante nos notifica que puede ocurrir –bueno, ocurre- algo parecido. Y no se amanece con la curiosidad, expectativa, búsqueda, resolución, testimonio…

Resulta que acabamos de nacer, y guardamos una… vamos a llamarlo “memoria” –o así se la llama- de ayer, de antes de ayer y de otros días, y que tratamos de plasmar en el nuevo día. Con lo cual, dejamos de conocer cómo sería el nuevo día. No le dejamos expresarse; aunque se exprese. Pero nuestra concepción, nuestra inteligencia… está ya marcando cada día, cada futuro, como algo real. Con lo cual –con lo cual-, cualquier imprevisto, sorpresa, diferencia… va a ser difícil de captar.

El programa sólo reconoce una serie de datos; otros, no.

¿Reconoce nuestro programa –por ejemplo- que estamos en un lugar del Universo, de la Creación, en el que todo se mueve, todo se innova cada segundo? ¿Tenemos consciencia de ello? No.

Por ejemplo.

Eso queda para las fotos del telescopio: que “allí, por allí fuera hay…”. Pero lo que cuenta es el aquí.

Es que, justamente, si despertamos, despertamos a un nuevo lugar. ¡Ya no estamos donde estábamos ayer!, en cuanto a planeta –en cuanto a planeta en sí mismo, por sus rotaciones y balanceos-, en cuanto a la galaxia, en cuanto al grupo de galaxias –y seguiríamos amplificando-. ¡Ya no estamos! Estamos en otro sitio.

¿Cuál? ¡Ah!... Igual que no sabíamos cuál era el sitio de ayer, tampoco sabemos cuál es el sitio de hoy. Lo que sí sabemos es que no estamos en el mismo lugar.

El espacio se hace un misterio: hacia dónde se va… cómo se crean espacios…; o estaban ahí, aguardando que llegáramos –aunque no llegamos a ninguna parte-.

Interesante. Algunos filósofos… políticos… –sobre todo- tipifican determinados movimientos y actividades económicas como un nuevo acontecer: “Entramos en una nueva…”.

No, no. Eso no es cierto. Lo que ocurre –lo que ocurre- es que los diseñadores inteligentes, dentro del sistema de esclavismo, tienen argucias y recursos para pintarnos otra diferente realidad. Pero ya la calcularon antes ellos… Y nosotros asistimos como roedores de laboratorio, a ver en todo caso que… nuestro cuidador, hoy vestía de azul o de verde o de blanco.

 

Sí. Podría decirse que el desarrollo “inteligente” del ser ha conducido a la fabricación de su propia jaula. Y, en consecuencia, su espectro de mundo queda ceñido a un lugar, a un punto. Lo demás…

Sí. Puede mejorar quizás la distribución del serrín del suelo de su jaula, y puede administrar más o menos la ingesta de su comida y… Pero lo demás que le ocurra, ya habrá sido diseñado por quien le “cuida” –“cuida”, entre comillas-.

 

Puestos así, se podría decir que, si abrieran la jaula, nadie se atrevería a salir. Es un mundo desconocido, ¿a dónde vas a ir? No te has sentido universo nunca. No te has sentido mantenido, entretenido, formado y existente por una Misteriosa Fuerza, que no es… “de las que te cuidan”. Eso sí: eres libre de salir de la jaula, o no –es una broma-.

 

La Llamada Orante nos conmina a disponernos en la actitud de que, nuestra vigilia, ésta de ahora, de hoy…

Eso que llamamos “ahora” y “hoy”. Que en realidad no es su nombre, puesto que “hoy” y “ahora” no existen; es una nomenclatura que hemos creado para controlar nuestros movimientos y nuestros descubrimientos.

Y es así que, al disponernos en la actitud de “hoy estamos en otro lugar de la Creación”…, ¡es que es impresionante!

“Hoy estoy en otro lugar de la Creación. Me han llevado a otro lugar. Mi capacidad inteligente no es capaz de hacerse una idea de lo que ello significa, porque ya tengo recortado el programa de hoy: a las tal, toca esto; a las cual, toca lo otro; más tarde toca lo…”.

Cierto es que hay ritmos, pero ¿con qué actitud asumo esos ritmos? ¿Con la actitud de que estoy, efectivamente, en otro lugar de la Creación? Que me han llevado. Yo no he hecho nada para eso. Y que puedo decir:

.- Pero yo no soy consciente de ello.

.- Bueno, no te das cuenta, pero lo sabes. Sabes por tu inteligencia que no estás en el mismo lugar.

.- Sí, pero… –podría contestar- ¿de qué me sirve saberlo? 

.- ¡Ah!... la sabiduría. Te sirve en la medida en que lo crees. Y si lo crees, lo vas a sentir. Y si lo sientes, tu actitud será de expectativa, de curiosidad, de búsqueda, de sintonía, de aprendizaje.

Es que es muy diferente estar en esa actitud, que estar en la actitud de: “Ya sé lo que va a pasar. Mi programa dice que…” –como un cíborg-.

Y es así que ocurre, salpicadamente, que acontecen situaciones inesperadas de… violencia o de apatía extrema, que se clasifican como enfermedad, como distorsión, como incumplimiento del programa.

¡Pero no!... ¡Nada de eso es! Es que se ha posicionado –porque tenemos esos recursos- en una novedad e innovación ante lo que le toca –según otras inteligencias- vivir. Y eso a veces no se controla… y ocurren situaciones desagradables, incómodas. Pero, seguramente, muchas de ellas –no podremos saberlo- se deben a ese despertar, ciertamente, a un nuevo día, a una nueva posición en la Creación.

Es que es enorme el asumir que estoy en otro lugar en que la Creación ha decidido que esté.

Con lo cual, si estoy en otro lugar, ¡no puede ocurrir lo mismo! Mis actitudes, mis recursos y mis medios tendrán que adaptarse a ese otro lugar. Salvo que tenga un programa que me diga que… sólo tengo un lugar y sólo hay un programa: nacer, crecer, desarrollarse, decrecer y morir. Ese es el programa. Ese es el diseño que se incrusta en cada célula. Que, aunque ellas en su intimismo se sienten inmortales, cuando se las junta, cuando se las educa, cuando la batuta del director les dice: “por aquí, por allá”, a falta de recursos, de convicción, obedecen.

 

Cientos, cientos y cientos de humanos, ahora mismo –por ejemplo- están haciendo colas y colas y colas y colas porque ha habido una llamada de España para reclamar 30, 40, 100 temporeros.

Sí, vendrán ésos. Pero los cientos y cientos que hicieron cola se quedarán ahí, con el sueño de Europa, con el sueño de… otro tipo de esclavitud. ¡No lo saben!

Ese es el manejo habitual. En esta área se ve muy claro; en otras está más camuflado.

De ahí que nuestra actitud, nuestra disposición, sea cual sea el lugar donde estemos o que ocupemos, si sabe que está en otro lugar de la Creación, se dispondrá, dispondremos a nuestras células para que se adapten, se aprendan, se notifiquen, se descubran y hagan su presentación de credenciales.

 

Y en esa actitud que nos reclaman: a sabiendas de que la Creación, en su Misterio, nos coloca en momentos, espacios, tiempos, lugares, ambientes, olores, sabores, colores, en los que se nos ofrece la oportunidad de sentirnos cuidados, de sentirnos amados, de sentirnos entusiasmados, de sentirnos en una novedad e innovación permanente.

Y si todo ello se despierta…

Porque está esa capacidad, porque venimos de esa Creación, porque nunca nos hemos separado de ella. Sí, cortaron el cordón umbilical de la madre, pero el otro cordón… no hay quien lo corte; no es de nuestra naturaleza. Pero nos mantiene en nuestra naturaleza para promocionar nuestra creencia.

Y en esa medida, la actitud se dispone a descubrir, a indagar, a dejarse sorprender… y no encerrarse en el criterio personal.

Pero veamos más claramente aún: si estamos hablando de que la Creación nos sitúa en otro lugar del Universo, ¿qué sentido tiene que el ser se aferre a su historia, se aferre a su programa, se aferre a su ciudad, a su...? No es un sedentario, aunque quiera hacerlo.

Debería sentirse avergonzado.

Pero el “programa” de inteligencia –ahora que está tan de moda la inteligencia artificial- no es ni más ni menos que una muestra de que el programa de… de cálculo, de perspectivas, de proyecciones, nos lleva a desconectarnos de la realidad de la Creación y nos lleva a someternos, unos a otros, a programas anquilosados: de lugares, de lenguajes, de acciones, de actitudes…

Activemos eso que se llama y se dice “imposible”: el programa imposible.

Y al activar el programa de imposibles, se despierta “lo siempre posible”.

Y es ahí cuando entramos en la ruta de: “cada día una creación; cada día una perspectiva”. Pero tengo que estar en actitud, en disposición, para que pueda darme cuenta. Si no, rápidamente me llevarán al programa, a la rutina, al protocolo.

 

Sí. Somos esa leche que está en una jarra y que, al hacerla girar con vértigo, no se sale de su envase, pero si disminuimos su velocidad, se derrama. La pregunta es: “¿Sabe la leche que está conservada en su recipiente por el vértigo en el que se mueve?”.

Sí.

Ahora bien –ahora bien-. Si, aun sabiéndolo, no despierta a ello, sino que se fija en las paredes del recipiente, en su temperatura, en su color… –se “hedoniza”-, pues evidentemente dejará de sentir ese moverse imprescindible para no caerse.

Llevándolo a nuestro estar: si no nos queremos desbordar de tal forma que dejemos de ser la entidad que transporta un mensaje, un legado, debemos estar muy alertas para saber qué es lo que está ocurriendo, aunque no sepamos por qué.

 

Cuando nos reclamen, el vértigo parará en el preciso instante en el que no nos derramemos, pero sí nos demos, como bebida, a la necesidad.

 

Que la creencia se haga credo de evidencias, y que la actitud trascienda a los barrotes de la obligación, de la repetición.

El transcurrir se abre en lo imposible, para hacerlo posible.


                                        ***



  
                                                            

No hay comentarios:

Publicar un comentario